Gestionar la crisis sanitaria, sin duda, ha sido una agenda compleja para los líderes políticos en todo el mundo. Al igual que se evidenciaron las limitaciones de la medicina y la ciencia, la pandemia mostró los alcances y carencias institucionales de sus gobiernos para coordinar acciones emergentes que permitan enfrentar la situación.
La expansión y llegada de coronavirus a México significó una prueba para el gobierno en turno, como ocurrió de manera inherente en cualquier país. La toma de decisiones se realizó con base en experiencias internacionales cuya evaluación encontró lugares de aceptación y desaprobación.
Sin embargo, más que un análisis del impacto de la pandemia o de los resultados brindados por el poder gubernamental, el presente ensayo tiene como objetivo identificar y revisar los fundamentos éticos prepolíticos en el discurso del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante la pandemia, en especial en el “Decálogo para salir del coronavirus y enfrentar la nueva realidad”.
Se trata de un recorrido por las nociones expresadas por el primer mandatario, en donde se proyecta una cosmovisión religiosa que se inserta en las discusiones de la esfera pública en el ánimo de legitimar las decisiones de conducción sobre la pandemia.
Para entender el concepto de la esfera pública resultan de gran utilidad las aportaciones de una de las filósofas y pensadoras políticas más reconocidas del siglo XX Arendt, H. (1993), quien define a lo público en su sentido más básico como “todo lo que puede ver y oír todo el mundo”, una cuestión relevante para cumplir los objetivos que se gestan en una realidad común, a pesar de las diferentes perspectivas que existan en un determinado orden social.
“Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana: estar privado de la realidad que proviene de ser visto y oído por los demás, estar privado de una objetiva relación con los otros que proviene de hallarse relacionado y separado de ellos a través del intermediario de un mundo común de cosas, estar privado de realizar algo más permanente que la propia vida.” (Arendt, 1993 p. 67)